La fascinación por el poder de las algas marinas en la cosmética comenzó muy pronto en la vida de la fundadora de la marca. Su profesor y formador en Saarbrücken, pionero en la investigación de las algas en los años sesenta, desempeñó un papel importante. La motivación personal para desarrollar sus propios cosméticos surgió finalmente a raíz de la grave enfermedad de su hija Victoria. El poder curativo de los médicos y la donación de médula ósea de su hermano permitieron a Victoria curarse de la leucemia. Sin embargo, el tratamiento dejó secuelas en su piel: daños por radiación, enfermedad de injerto contra huésped y sequedad pronunciada. Hoy, 12 años después, estos problemas cutáneos se han aliviado y se han hecho soportables para su hija gracias al uso regular de productos a base de algas marinas. Las pomadas y tinturas tradicionales, que se probaron primero, no aportaron ninguna mejora. La fundadora está convencida de que si sus productos hubieran estado disponibles en aquel momento, las lesiones cutáneas habrían desaparecido.